- Científicos de Bioversity International y del CATIE involucran a personas productoras en investigaciones a través de la ciencia ciudadana
A partir de un estudio reciente realizado en Nicaragua, Etiopía e India, científicos proponen aplicar los conceptos de ciencia ciudadana para hacer partícipes a las personas agricultoras en procesos de investigación cuyos resultados les ayudarían a adaptarse a los efectos negativos del cambio climático.
Los resultados del estudio se publicarán esta semana a través de un artículo titulado Crop variety management for climate adaptation supported by citizen science, en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences of the USA (PNAS), el cual explica que con el fin de hacer frente a los efectos adversos del cambio climático, los agricultores se ven en la necesidad de reemplazar, con mayor frecuencia que antes, las variedades de semillas que utilizan. Sin embargo, cada vez que deciden usar variedades nuevas, ellos asumen el riesgo de seleccionar una que no se adapte de forma adecuada al clima de su finca.
Estas condiciones, propiciadas por el cambio climático, generan una necesidad cada vez mayor de información que debe estar disponible para los productores de forma rápida y oportuna, con el fin de reducir el riesgo y así poder elegir la variedad más apropiada para las condiciones agroclimáticas particulares de su finca.
Jacob van Etten, coordinador del estudio, afirmó que este trabajo partió de la idea de que, en las ciencias agrícolas, se podrían aplicar metodologías cada vez más utilizadas por ecólogos y científicos ambientales para así obtener una gran cantidad de información científica recolectada por ciudadanos comunes. Por ejemplo, ecólogos especialistas en aves recopilan gran cantidad de información a través de observadores de aves, quienes con sus inventarios contribuyen con la conformación de una gran base de datos, que permite rastrear los movimientos de las aves a escala continental a lo largo de los años, lo que permite conocer cómo el cambio climático está afectando sus patrones de migración. “En este orden de ideas, se nos ocurrió aplicar un enfoque de ciencia ciudadana equivalente para recolectar información que ayude a los agricultores en su proceso de a adaptación al cambio climático", comentó el coordinador.
Para comprobar que los ensayos llevados a cabo por los agricultores logran recolectar información científicamente válida, los autores vincularon los datos generados por los agricultores en 12 409 parcelas durante diferentes épocas de siembra, con los datos de lluvia y temperatura de cada parcela. Para ello, “probamos un método novedoso de modelaje estadístico para detectar relaciones entre el clima y el desempeño de la variedad, e intentar explicar por qué en determinadas fincas ciertas variedades se desempeñan mejor que otras", afirmó Kauê de Sousa, uno de los autores del estudio.
“Los resultados fueron sorprendentes para los tres países antes mencionados, los modelos aplicados muestran que una sola variable climática puede llegar a explicar el comportamiento de las variedades. Los resultados se correspondieron claramente con lo que sabemos sobre la fisiología de las variedades usadas de estos cultivos. También pudimos generar recomendaciones de ciertas variedades para diferentes zonas agroclimáticas", agregó de Sousa.
“Nuestro estudio muestra la necesidad de perfeccionar las recomendaciones de variedades de frijol tolerantes al calor en Centroamérica”, comentó Leida Mercado, una de las autoras del estudio. Mercado explicó que los agricultores en Nicaragua colaboraron con más de 800 pruebas con variedades de frijol rojo.
“Cada agricultor experimentó con un grupo de tres variedades nuevas que le fueron asignadas al azar y evaluó el desempeño de estas comparándolas entre sí, así como con la variedad local que ellos suelen sembrar en su finca. Encontramos que, bajo condiciones de calor extremo, las variedades nuevas superaron a las variedades locales, generalmente recomendadas para la zona”, indicó Mercado. Además, Mercado agregó que estos resultados servirán como base para generar recomendaciones orientadas a mejorar la adaptación y disminuir el riesgo de los agricultores ante los efectos adversos del cambio climático en Centroamérica.
Los autores afirmaron que la información generada por agricultores mejora las recomendaciones proporcionadas por los científicos. Además, en el futuro, la información podría combinarse con pronósticos climáticos para hacer aún más precisas las recomendaciones. “Este estudio no solo confirmó que nuestra idea inicial era correcta y que la ciencia ciudadana puede ayudar a los agricultores a adaptarse a las variaciones del clima. También, mostró el enorme potencial de la ciencia ciudadana en la agricultura, que es todo un campo por descubrir”, concluyó van Etten.
Esta investigación se desarrolló en el marco del Programa Agroambiental Mesoamericano (MAP-Noruega) implementado por el CATIE (Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza) entre el 2013 y el 2017.
El artículo está disponible en el sitio web de PNAS